Powered By Blogger

jueves, 5 de mayo de 2011

El ser humano no por estar más evolucionado, es menos vulnerable.

La evolución del ser humano le ha hecho vulnerable a la diabetes

   Un estudio realizado por la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford (Estados Unidos) ha descubierto que las variantes genéticas asociadas a un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 1 y artritis reumatoide podría haber ofrecido ventajas "desconocidas" al ser humano en etapas previas de su evolución.
   La investigación, publicada en la revista 'PLoS one', escogió siete enfermedades de conocido origen genético para comprobar su implicación concreta en el desarrollo de los trastornos: diabetes tipo 1, diabetes tipo 2, artritis reumatoide, hipertensión, enfermedad de Crohn, cardiopatía coronaria y trastorno bipolar.
   En este sentido, los científicos estadounidenses identificaron que entre la mayoría de los nucleótidos polimórficos simples (SNP, por sus siglas en inglés) asociados a la diabetes tipo 1, 80 se habían asociado recientemente al incremento de la prevalencia a través de la selección positiva. De estos, 58 estaban asociados con un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad, y 22 eran protectores frente a ella.
   Del mismo modo, los SNP asociados con un mayor riesgo de artritis reumatoide también habían sido fruto de la selección positiva (más SNP que aumentan el riesgo en comparación con los protectores). Como contrapunto, los investigadores de la Universidad de Stanford detectaron que la tendencia respecto a la enfermedad de Crohn es contraria, hay más SNP protectores que precursores del trastorno.
   En el resto de enfermedades, los niveles de SNP estaban equilibrados. "Ahora se están empezando a ver pequeños indicios de por qué tienen más prevalencias unas enfermedades que otras", apunta uno de los colaboradores del estudio, Atul Butte, profesor de biología oncológica pediátrica y experto en bioinformática del Hospital Lucile Packard de San Francisco (Estados Unidos).
   En este sentido, los investigadores apuntan que las personas sanas son, presumiblemente, más propensas a reproducir y transferir los mismos genes --que elevan el riesgo o lo reducen respecto a ciertas enfermedades-- a su descendencia. "Todo lo que se ha ido aprendiendo sobre la evolución indicaría que la especie humana evoluciona más allá del desarrollo de enfermedades", reflexiona Butte.
   "Sin embargo, parece ser que se está evolucionando hacia ello, si no es así, ¿por qué el ser humano desarrolla variantes genéticas que le predisponen a la muerte?, teniendo en cuenta que, sin insulina, un diabético tipo 1 moriría antes de llegar a la adolescencia", comenta este experto.
   Como conclusión, el estudio apunta a que sólo cuando las diferencias en la dieta, exposición o localización de las poblaciones con estas variantes cambien y éstas se muevan alrededor del mundo, podrá empezarse a luchar contra los indicadores de riesgo de los SNP respecto a estas enfermedades, apuntan.

Los dinosaurios carnívoros cazaban de noche.



Los dinosaurios carnívoros eran cazadores nocturnos
Los grandes dinosaurios herbívoros se alimentaban de día y de noche, mientras que los carnívoros como el temible velociraptor de la película Parque Jurásico, eran cazadores nocturnos, según revela un estudio de la estructura ocular de 33 fósiles de dinosaurio.

Esta conclusión, a la que llegaron el geólogo Ryosuke Motani y el investigador Lars Schmitz, de la universidad estadounidense UC Davis, contrasta con la creencia extendida de que los dinosaurios eran diurnos, mientras que los primitivos mamíferos salían a cubierto de la noche. «Fue una sorpresa, pero tiene sentido», dijo Motani.

En el estudio, que se publica en la edición digital de la revista Science, Motani y Schmitz determinan los hábitos diarios de los dinosaurios a través del estudio de sus ojos.

Los dinosaurios, al igual que lagartos y pájaros, poseen un anillo óseo llamado anillo escleral en el ojo, a diferencia de mamíferos y cocodrilos.
Los animales diurnos tienen una pequeña abertura en la mitad del anillo, que es mucho mayor entre animales nocturnos e intermedia en los que son activos tanto de día como de noche.

El tamaño de estos rasgos depende tanto del entorno (ecología) como de la genealogía (filogenia), por lo que ambos investigadores fabricaron un programa informático para separar la «señal ecológica» de la «señal filogenética».

Luego aplicaron esta técnica a los fósiles de dinosaurios herbívoros y carnívoros y de pterosaurios, los grandes reptiles voladores antecesores de los pájaros.

Sus mediciones revelaron que los grandes herbívoros salían tanto de día como de noche porque necesitaban comer la mayor parte del tiempo, al igual que los modernos elefantes.

Velociraptores y otros pequeños carnívoros eran cazadores nocturnos, según el estudio, que no incluyó al gigantesco tiranosaurio rex al no existir fósiles bien conservados de sus anillos esclerales.

La mayoría de los pterosaurios estaban activos de día.

La posibilidad de separar los rasgos genealógicos de los ecológicos da a los investigadores una nueva herramienta para entender cómo vivían los animales en su entorno y cómo este influyó en su evolución a lo largo de millones de años, señaló Motani.

martes, 3 de mayo de 2011

Meteoritos en la evolución.

Los meteoritos pudieron acelerar, o desencadenar, la evolución de la vida

Meteorito hallado en la Antártida. NASA
La ciencia aún no tiene una respuesta para la pregunta ¿Cómo surgió la vida? Los científicos especulan con muy diversas teorías que aún no han podido ser demostradas. Una de las posibilidades que manejan los astrobiólogos consiste en que los meteoritos no trajeron la vida, pero sí los elementos y moléculas necesarios para su surgimiento. Y en este sentido, una investigación recién publicada en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS) acaba de aportar importantes datos que apoyan la posibilidad de un origen extraterrestre de las moléculas precursoras de la vida terrestre.

Los investigadores de la Universidad del Estado de Arizona en Tempe (Estados Unidos), dirigidos por Sandra Pizzarello, estudiaron un meteorito que contiene materiales orgánicos pertenecientes al grupo de la Tumba de Nunataks, hallado en la Antártida. El equipo de Pizzarello trataba de comprobar si el complejo material que forma el asteroide contenía alguna huella de la evolución química que siguió el meteorito.

Y los resultados mostraron, para la sorpresa de los investigadores, que aquel meteorito liberó una enorme cantidad de ion amonio (NH4), un importante precursor de las moléculas biológicas complejas, como los aminoácidos o el ADN.

De esta forma, Pizzarello y sus colegas lanzan en su trabajo la idea de que la llegada de estos meteoritos pudo acelerar, o desencadenar, la evolución de las moléculas que dieron lugar a la vida.